“Cuando la Equidad no puede esperar. Ni Privilegio, ni caridad”
Publicado por aisdro -Vivimos en un mundo convulsionado. Las crisis sociales, económicas y políticas impactan en múltiples esferas, pero hay una población que sigue siendo invisibilizada, silenciada o postergada: las personas con Discapacidad. En muchos países, aún hoy, hablar de discapacidad es hablar de lucha por la dignidad, por los derechos humanos y por una convivencia plena.
Quienes acompañamos esta causa –no desde el asistencialismo, sino desde el compromiso colectivo– sabemos que la discapacidad no necesita lástima, sino justicia. No se trata de pedir más: se trata de pedir lo justo. Accesibilidad, apoyos adecuados, educación , participación plena, trabajo digno. Nada de eso debería ser un privilegio: es un derecho.
En los últimos años, millones de personas en todo el mundo han alzado su voz. Familias, profesionales, activistas, colectivos organizados. Marchan, escriben, militan, se hacen escuchar en redes sociales, en medios, en cada espacio que encuentran. Piden algo esencial: que el sistema no les dé la espalda. Que los gobiernos cumplan con la Convención Internacional sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad. Que las leyes y presupuestos reflejen esa promesa de discursos políticos.
Y que, si hace falta declararlo en emergencia, se haga. Porque hay vidas esperando.
La palabra “emergencia” no debería asociarse a lo cotidiano. Y sin embargo, en muchos lugares, lo es. Emergencia es cuando un niño no puede acceder a una terapia por falta de recursos. Cuando una joven no consigue empleo porque usan su discapacidad como excusa. Cuando alguien queda afuera del sistema educativo, del transporte, de la cultura o de la salud, simplemente por no haber nacido en el molde que la sociedad considera “estándar”.
La emergencia no comenzó hoy. Pero se agrava cuando las decisiones políticas priorizan estadísticas por sobre rostros, excusas sobre compromiso, indiferencia sobre humanidad.
Desde hace años, a través de mi trabajo en medios, en educación y desde la Fundación CO_DIS, intento cambiar la mirada social hacia la discapacidad. Y en estos tiempos, el mensaje se vuelve aún más urgente: la discapacidad no es una tragedia. La tragedia es ignorarla.
No podemos seguir esperando el “momento adecuado” para actuar. Porque ese momento es ahora. No se trata de incluir “cuando se pueda”, sino de convivir siempre. Y convivir significa abrir los espacios, adaptar lo que haya que adaptar, revisar creencias, garantizar apoyos, escuchar voces que históricamente fueron silenciadas.
No se trata de buena voluntad. Se trata de derechos.
En distintos rincones del mundo, se habla de leyes de emergencia, de reformas estructurales, de inclusión urgente. Y más allá del nombre que cada país le dé, lo que se necesita es lo mismo: que se vea, se valore y se respete a cada persona con discapacidad.
No alcanzan los discursos si la vida real sigue poniendo barreras. No bastan los días internacionales si cada día representa una batalla. No sirve hablar de derechos si no hay presupuestos, políticas concretas y voluntad sostenida.
Sé que el cambio es posible. Lo veo cada vez que una comunidad se organiza, cuando una escuela transforma su mirada, cuando una empresa contrata con perspectiva de la diversidad, cuando un niño es tratado como cualquier otro… porque lo es.
Pero no alcanza con lo individual. Necesitamos gobiernos comprometidos, políticas públicas con enfoque de derechos, sociedades que abracen la diversidad como una riqueza. Necesitamos que la equidad deje de ser una promesa y se vuelva realidad.
Porque todas las personas somos valiosas por quienes somos, no por las etiquetas que nos asignan. Porque convivir no es solo aceptar: es compartir, respetar, aprender y transformar juntos.
MgLic Karina Vimonte